Considerando que la relación con Dios la vemos desde la realidad del corazón de María, nuestra vivencia estará profundamente ligada a ella. El centro será Jesús, como lo fue en la familia de Nazaret; nuestra fe, compartida en pequeñas comunidades, tal como los apóstoles; como María, buscaremos lo que Dios nos va pidiendo desde nuestra realidad, tratando de responder efectivamente ese requerimiento; viviremos la presencia de Dios contemplando las pequeñas cosas; y, al escuchar a Dios responderemos con generosidad y confianza.
Nuestros modelos a seguir serán: